jueves, 14 de agosto de 2008

El Universo Interior: nadando en un cometa

Todo lo que tenga que ver con el Universo me vuelve loco. Pero además del Universo que me gusta observar mirando arriba, a nuestros pies, tenemos uno por descubrir, uno en el que te puedes sumergir de verdad. Esta mañana durante una hora y media aproximadamente he viajado por el Universo Interior, en la constelación de Cabo de Gata. Bajo el agua, el sonido casi desaparece y todo lo visual se multiplica. Allí también hay espirales que dibujan la divina proporción en las conchas de los moluscos. También hay corrientes pero no de estrellas sino de peces. Puedes sentir el origen de la vida, nadando sobre agua que en un pasado formó parte de un cometa o ver en directo como ascienden las burbujas de oxígeno que nos regalan las poseidonias. Entre las rocas se forman remolinos que son los equivalentes a los agujeros negros. En fin, ambos universos están íntimamente relacionados. Aquí os cuento mi recorrido por unos 1000 metros de costa y todas las maravillas que pude ver. Adjunto imágenes con las especies que describo aunque no son fotos realizadas por mi (lamentablemente).
Salir a bucear después de 10 meses es como volver a observar el firmamento después de un largo paréntesis. Toda maravilla celeste que vuelvo a observar, aunque ya me sea de sobra conocida, me produce un bienestar difícil de explicar. Es como volver a ver a ese mero que cada año visito en su cueva y comprobar que aún sigue allí engordando un kilo por año. Ojala llegue a los 40 kilos, su esperanza de vida. Yo lo conozco hace unos 3 veranos, cuando apenas medía un palmo. Sigue tan tímido como siempre y se marcha rápidamente cuando me ve. Su morada es ya estrecha para su tamaño y posiblemente el verano que viene ya no lo vuelva a ver. Ya no es pardo por completo, le han salido unas motas amarillas en su cuerpo y su aleta dorsal tiene un filo dorado. Esta mejorando su mimetismo, otro síntoma de que pronto se marchará en busca de mayores profundidades.


Mero
Después de la visita obligada a mi amigo el mero tomé dirección al este hacia la chimenea volcánica en forma de dedo. Aquí os dejo una foto para que veáis por qué a cala Rajá le llaman también la cala del dedo. Algun@ de la escuela de Freud le llama la cala del pene... cada un@ que vea lo que quiera no? ;-)

Arrecife de Cala Rajá

Por el camino, nadando cerca de las rocas se pueden ver multitud de especies marinas:

Lubinas, cerca de los rompientes de las olas, dónde hay burbujas y espuma. Sus alevines nadan muy cerca de la superficie apenas a un centímetro de ella. Son como sus mayores en miniatura, aerodinámicos o mejor dicho hidrodinámicos.

Sargos con sus cuatro o cinco subespecies de todos los tamaños. Nada tímidos, si coges un alga se acercan y comen de la mano.

Salemas en bancos, siempre cerca de las poseidonias. Su cuerpo es elíptico y esta surcado por delgadas bandas amarillas.


Salema

También pude ver muchas vaquillas, un familiar del mero de preciosos colores y auténticos formula1 de las profundidades.


Vaquilla

Las doncellas, como pintadas con colores vivos casi fluorescentes. Un mar de vida nunca mejor dicho....

Doncella

Cuando llegué a la chimenea volcánica, le dí una vuelta a la gran estructura sumergida. Calculo que tendrá unos doscientos metros de perímetro bajo el agua. A medio camino, me encuentre con un cardumen de boquerones que no se cortan un pelo y pasan muy cerca de mí huyendo de algún depredador. A unos 10 metros veo una gran palometa color plata con su aleta caudal negra y estilizada como una tijera abierta. Amiga, como no corras más hoy no comes...

Palometas


Ya he rodeado la gran estructura oculta bajo el mar, reviso una roca vertical y encuentro una pequeña cueva a unos tres metros de profundidad, allí un rascacio me esta dando la espalda aunque sus ojos saltones pueden verme ...sin duda. Es marrón oscuro y su cuerpo es espinoso. Se camufla muy bien y tocarlo es peligroso ya que pincha bastante. Ahí estuvo, quietecito a pesar de que me acerqué hasta sólo un metro de él.

Rascacio


Ya volviendo al punto de partida, de reojo, o con visión lateral, veo algo que se mueve entre las fisuras de las rocas. Ya de frente, a unos dos metros, veo un cuerpo ondulando de color pardo con manchas anaranjadas. Su aleta dorsal que recorre todo su cuerpo es de color azulada. En una abertura grande entre las rocas puedo ver su cabeza, sus ojos me miran sin prestar mucha atención pero diciendo "ojo conmigo" al mismo tiempo. Su boca parece la de un viejo desdentado pero sólo es una apariencia, ya que la fuerza y los dientes que esconden su mandíbula no son para tomarselos en broma. Puedo ver como mientras avanza no deja de mirarme hasta que desaparece en una nueva hendidura de las rocas. Esa morena me ha alegrado el día.


Morena


Bueno y esto son las maravillas que recuerdo haber visto esta mañana. Un auténtico universo interior lleno de vida y color. Sin telescopio aunque a través de un cristal al fin y al cabo.